Los jeroglíficos son uno de los sistemas de escritura más antiguos y fascinantes de la historia. Su origen se remonta al tercer milenio a.C., cuando los antiguos egipcios empezaron a representar con símbolos y figuras las palabras y los sonidos de su lengua (Loprieno, 1995). Los jeroglíficos se usaron durante más de tres mil años, principalmente para dejar inscripciones oficiales en las tumbas, los templos y los monumentos de los faraones y los dioses.
Pero, ¿qué significan estos misteriosos signos? ¿Cómo se leen y se escriben? ¿Qué nos revelan sobre la cultura y la religión del antiguo Egipto? En este artículo, vamos a explorar estas y otras preguntas, para descubrir los secretos que ocultan
¿Qué son los jeroglíficos?
La palabra jeroglífico proviene del griego hieroglyphikós, que significa "escritura sagrada". Los antiguos egipcios llamaban a su escritura medu netjer, que significa "palabras de los dioses" (Allen, 2014). Los jeroglíficos son un sistema de escritura eminentemente pictórico, en el que las palabras no se representan con signos alfabéticos o fonéticos, sino que se dibujan con símbolos y figuras que se asemejan a objetos reales (Loprieno, 1995). Estos símbolos pueden ser ideogramas, que representan ideas o conceptos; o fonogramas, que representan sonidos o sílabas. Los jeroglíficos se pueden combinar entre sí para formar palabras o frases más complejas.
Los jeroglíficos se pueden escribir y leer en distintas direcciones: de izquierda a derecha, de derecha a izquierda o de arriba abajo. Para saber la dirección en que debe leerse una inscripción, se debe observar la orientación de las figuras humanas o animales que aparecen en ella, ya que estos siempre miran hacia donde inicia del texto. Dentro de cada línea o bloque de texto, los signos se deben leer de arriba abajo y de izquierda a derecha (Collier & Manley, 2003). Los jeroglíficos no tienen signos de puntuación ni espacios entre las palabras, lo que dificulta su lectura.
¿Cómo se descifraron los jeroglíficos?
Los jeroglíficos fueron utilizados por los egipcios hasta el siglo IV d.C., cuando el cristianismo se impuso como religión oficial y prohibió el culto a los antiguos dioses. A partir de entonces, el conocimiento de la escritura jeroglífica se perdió gradualmente, y sus signos quedaron como meros adornos en las ruinas del pasado. Durante siglos, nadie fue capaz de descifrar el significado de los jeroglíficos, hasta que en 1799 se produjo un hallazgo decisivo: la piedra de Rosetta.
La piedra de Rosetta es un fragmento de una antigua estela egipcia que contiene un mismo texto escrito en tres sistemas diferentes: jeroglífico, demótico (una forma simplificada de escritura egipcia) y griego (la lengua oficial del Imperio Romano en esa época). La piedra fue descubierta por un soldado francés durante la expedición napoleónica a Egipto, y pronto despertó el interés de los eruditos europeos, que vieron en ella la clave para desentrañar el misterio de los jeroglíficos.
El principal responsable del desciframiento fue el francés Jean-François Champollion (1790-1832), un genio de las lenguas orientales que dominaba el griego, el latín, el hebreo, el árabe, el copto y otras lenguas asiáticas. Champollion se basó en el trabajo previo de otros investigadores, como el inglés Thomas Young (1773-1829), que había identificado algunos nombres propios y números en la piedra (Robinson, 2007). Champollion, sin embargo, fue el primero en reconocer que los jeroglíficos no eran solo ideogramas, sino también fonogramas, y que algunos signos representaban sonidos consonánticos de la lengua egipcia. A partir de ahí, pudo establecer las reglas básicas de la escritura jeroglífica y traducir gran parte del texto de la piedra de Rosetta. Su obra maestra fue el Précis du système hiéroglyphique des anciens Égyptiens, publicado en 1824, donde expuso los principios de la gramática y el vocabulario egipcios (Robinson, 2007).
¿Qué nos dicen los jeroglíficos sobre el antiguo Egipto?
Los jeroglíficos son una fuente invaluable de información sobre la historia, la cultura y la religión del antiguo Egipto. Gracias a ellos, podemos conocer los nombres y los hechos de los faraones y sus dinastías, las creencias y los ritos funerarios, los mitos y las leyendas de los dioses, la geografía y la economía del país, la vida cotidiana y el arte de los egipcios. Los jeroglíficos nos permiten acceder al pensamiento y al sentimiento de una civilización que duró más de tres milenios y que dejó un legado impresionante.
Entre los textos más importantes que se han conservado en jeroglíficos, podemos destacar los siguientes:
Los Textos de las Pirámides: los textos religiosos más antiguos que se conocen, escritos en las paredes de algunas pirámides del Imperio Antiguo. Su objetivo era proteger y guiar al faraón difunto en su viaje al más allá, invocando a diversos dioses y diosas.
Los Textos de los Sarcófagos: una colección de textos religiosos escritos en los sarcófagos de madera de los nobles y los sacerdotes del Primer Periodo Intermedio y el Imperio Medio. Son una versión ampliada y adaptada de los Textos de las Pirámides, con más énfasis en la resurrección y la vida eterna.
El Libro de los Muertos: es el nombre moderno que se le da a una serie de textos religiosos escritos en papiros y depositados en las tumbas de los difuntos desde el Imperio Nuevo hasta el periodo romano. Contienen hechizos, oraciones e instrucciones para superar las pruebas del juicio final y alcanzar el paraíso egipcio, conocido como el Campo de Juncos.
Los Himnos a Amón: una colección de textos religiosos escritos en honor al dios Amón, el principal dios del panteón egipcio durante el Imperio Nuevo. Se encuentran inscritos en las paredes de los templos dedicados a este dios, especialmente en Karnak y Luxor. Expresan la devoción y el agradecimiento al dios por su protección y su generosidad.
Los Anales Reales: una serie de textos históricos que registran los nombres y los hechos más relevantes de los faraones desde el inicio de la historia egipcia hasta el Imperio Nuevo. Se encuentran inscritos en distintos monumentos, como estelas, obeliscos o estatuas. Entre ellos destacan la Piedra de Palermo, la Lista Real de Abidos y la Lista Real de Karnak.
La Estela de la Victoria: un texto histórico que narra la victoria del faraón Tutmosis III sobre una coalición de pueblos asiáticos en la batalla de Megido, ocurrida en el año 1479 a.C. Se encuentra inscrita en una estela erigida en el templo de Amón en Karnak. Es uno de los relatos militares más detallados y precisos del antiguo Egipto.
La Estela del Hambre: un texto histórico que narra una grave crisis alimentaria que afectó al antiguo Egipto durante el reinado del faraón Dyedkara-Isesi, hacia el final de la quinta dinastía. Se encuentra inscrita en una estela hallada en la isla de Sehel, cerca de Asuán. En ella, el faraón cuenta cómo imploró al dios Jnum, el señor del Nilo, que hiciera crecer el río y fertilizara las tierras. El dios le respondió con una profecía sobre el futuro de Egipto y le prometió que haría llover y que acabaría con el hambre.
La Estela de la Restauración: un texto histórico que narra la restauración del orden y la justicia en Egipto tras el periodo de anarquía e invasiones que se conoce como el Segundo Periodo Intermedio. Se encuentra inscrita en una estela erigida por el faraón Ahmose I, el fundador del Imperio Nuevo. En ella, el faraón relata cómo expulsó a los hicsos, los invasores asiáticos que habían dominado el norte de Egipto, y cómo reconstruyó los templos y los monumentos dañados por la guerra.
La Estela de la Falsa Puerta: un texto literario que narra la historia de Sinuhé, un funcionario egipcio que huyó de Egipto tras la muerte del faraón Amenemhat I, y que vivió aventuras y vicisitudes en tierras extranjeras hasta que regresó al final de su vida. Se trata de una obra de ficción, aunque se presenta como una autobiografía. Se encuentra inscrita en una estela que imita la forma de una puerta falsa, el elemento arquitectónico que permitía el paso del alma del difunto al más allá. Es una de las obras maestras de la literatura egipcia, por su estilo elegante y su trama emocionante.
Los jeroglíficos son mucho más que simples dibujos. Son el reflejo de una civilización extraordinaria, que nos ha legado un patrimonio cultural incomparable. Son el lenguaje sagrado del antiguo Egipto, el medio por el que los egipcios expresaron su visión del mundo, su fe y su sabiduría. Gracias al trabajo de los estudiosos que los descifraron, podemos acercarnos a esta fascinante cultura, el mundo aprender del inigualable legado que han dejado en la historia. Los jeroglíficos son un tesoro que debemos conservar y admirar.
Referencias:
Loprieno, A. (1995). Ancient Egyptian: A linguistic introduction. Cambridge University Press.
Allen, J. P. (2014). Middle Egyptian: An introduction to the language and culture of hieroglyphs. Cambridge University Press.
Collier, M., & Manley, B. (2003). How to read Egyptian hieroglyphs: A step-by-step guide to teach yourself. British Museum Press.
Robinson, A. (2007). The last man who knew everything: Thomas Young, the anonymous polymath who proved Newton wrong, explained how we see, cured the sick and deciphered the Rosetta Stone. Oneworld Publications.
Allen, J. P., & Der Manuelian, P. (2005). The ancient Egyptian pyramid texts. Society of Biblical Literature.
Lapp, G., & Willems, H. (2006). The Egyptian coffin texts: Volume 8: Middle Kingdom copies of pyramid texts. Oriental Institute of the University of Chicago.
Parkinson, R., & Quirke, S. (1999). The Tale of Sinuhe and other ancient Egyptian poems 1940-1640 BC. Oxford University Press.
Redford, D. B. (2003). The wars in Syria and Palestine of Thutmose III. Brill.
Lichtheim, M. (1973). Ancient Egyptian literature: Volume I: The Old and Middle Kingdoms. University of California Press.
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