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Los orígenes del vampirismo: rastreando los primeros relatos conocidos de vampiros en la historia.

¿Te has preguntado alguna vez cuál es el origen de los vampiros? ¿Desde cuándo existen estos seres que se alimentan de la sangre de los vivos y que desafían las leyes de la naturaleza y de la muerte? ¿Qué hay de verdad y de ficción en las historias que los rodean? En este artículo, vamos a intentar responder a estas preguntas, siguiendo el rastro de los primeros relatos conocidos de vampiros en la historia.

vampiro

Los vampiros en la antigüedad

El vampirismo es un fenómeno muy antiguo y universal, que se encuentra presente en casi todas las culturas y épocas. Según el libro The Vampire in Lore and Legend, los primeros testimonios escritos sobre vampiros se remontan a la antigua Mesopotamia, donde se mencionan a unos demonios llamados ekimmu, que atormentaban a los vivos con enfermedades y pesadillas. Estos seres eran considerados almas errantes de personas que habían muerto sin recibir un entierro adecuado o que habían sido víctimas de una muerte violenta o injusta (Summers, 1928).

Otras civilizaciones antiguas, como la egipcia, la griega o la romana, también tenían sus propias versiones de vampiros, asociados con dioses, espíritus o monstruos. Por ejemplo, en Egipto se adoraba a Sekhmet, una diosa con cabeza de leona que se embriagaba con la sangre de sus enemigos (Summers, 1928). En Grecia se temía a Lamia, una mujer hermosa que seducía a los hombres para devorarlos, y a Empusa, una hija de Hécate que podía cambiar de forma y chupar la sangre de los viajeros (Summers, 1928). En Roma se creía en Strix, unas aves nocturnas que se alimentaban de carne humana y sangre infantil (Summers, 1928).

Estos relatos se fueron mezclando y transformando con el paso del tiempo y el contacto entre diferentes pueblos y culturas. Así, en la Edad Media, el vampiro adquirió una imagen más cercana a la que conocemos hoy en día, como un ser humano reanimado que sale de su tumba por la noche para beber la sangre de los vivos.

Los vampiros en la Edad Media y la Moderna

Según el libro Vampiros: mito y realidad de los no muertos, este concepto se originó en el este de Europa, especialmente en los Balcanes y en Transilvania, donde se creía que algunas personas podían convertirse en vampiros después de morir por diversas causas, como haber sido mordido por un animal, haber nacido con alguna deformidad o haber cometido algún pecado grave (Cebrián, 2005).

El miedo al vampiro se extendió por toda Europa durante los siglos XVII y XVIII, debido a las epidemias, las guerras y la ignorancia. Muchas personas profanaban las tumbas de los supuestos vampiros para clavarles estacas, cortarles la cabeza o quemarlos, con el fin de evitar que siguieran atacando a los vivos. Algunos casos famosos de vampirismo real o supuesto fueron los de Arnold Paole y Peter Plogojowitz en Serbia, Jure Grando en Croacia y Mercy Brown en Estados Unidos (Cebrián, 2005).

El vampiro también pasó a formar parte de la literatura y el arte, como una figura fascinante y terrorífica a la vez. El primer relato literario sobre un vampiro moderno fue El Vampiro, una obra del escritor irlandés John William Polidori publicada en 1819. En ella se presenta al personaje de Lord Ruthven, un aristócrata inglés que oculta su verdadera naturaleza vampírica tras una máscara de encanto y seducción. Este personaje inspiró a otros autores posteriores, como Joseph Sheridan Le Fanu, que creó a Carmilla, una vampiresa lesbiana que se enamora de su víctima; o Bram Stoker, que creó al más famoso de todos los vampiros, Drácula, basándose en la figura histórica de Vlad Tepes, el príncipe de Valaquia que se ganó el apodo de "el empalador" por su crueldad (Vera-Rojas, 2008).

Los vampiros en la época contemporánea

El vampiro ha seguido evolucionando y adaptándose a los gustos y las tendencias de cada época, pasando del terror al romance, de la oscuridad a la luz, de la maldición a la bendición. Así, en el siglo XX y XXI, hemos visto surgir nuevas versiones de vampiros en el cine, la televisión y los videojuegos, como los de Entrevista con el vampiro, Buffy, la cazavampiros, Crepúsculo, True Blood o The Vampire Diaries. Estos vampiros son más humanos y complejos, capaces de sentir amor, remordimiento o arrepentimiento, y de convivir con los mortales bajo ciertas condiciones.

Pero ¿qué hay detrás de esta fascinación por los vampiros? ¿Qué nos atrae o nos repele de ellos? Según el artículo Vampiros: una revisión desde la psicología, el vampiro representa una serie de aspectos psicológicos que nos interpelan como individuos y como sociedad. El vampiro es un símbolo de lo otro, lo diferente, lo marginal, lo que nos causa temor o rechazo, pero también curiosidad o admiración. El vampiro es también una metáfora de lo sexual, lo erótico, lo transgresor, lo que nos provoca placer o dolor, deseo o culpa, amor u odio. El vampiro es, finalmente, una expresión de lo inmortal, lo eterno, lo irreversible, lo que nos plantea cuestiones sobre la vida y la muerte, el bien y el mal, el destino y la libertad (Rojas-Solís & Medina-Mora Icaza, 2010).

Como ves, el vampiro es mucho más que un simple monstruo o un personaje ficticio. Es un reflejo de nuestra historia, nuestra cultura y nuestra psicología. Es un ser que nos acompaña desde tiempos inmemoriales y que sigue vigente en nuestra imaginación. Es un misterio que nos desafía y nos seduce. ¿Qué opinas sobre los orígenes del vampiro? ¿Crees que hay alguna verdad oculta tras las leyendas y los mitos? ¿Te atreves a descubrirlo?

 

Fuentes:

Para descubrir y profundizar más sobre el tema te recomendamos investigar las siguiente fuentes:

  • Cebrián, J. A. (2005). Vampiros: mito y realidad de los no muertos. Planeta.

  • Rojas-Solís, J. L., & Medina-Mora Icaza, M. E. (2010). Vampiros: una revisión desde la psicología. Psicología Iberoamericana, 18(2), 7-15.

  • Sherman, A. (2014). Vampires: The Myths, Legends, and Lore. Adams Media.

  • Summers, M. (1928). The Vampire in Lore and Legend. Dover Publications.

  • Vera-Rojas, M. T. (2008). El vampiro en la literatura: de la leyenda al mito literario. Estudios Filológicos, 43, 145-160.

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