top of page

El mito de Cthulhu: una visión del horror cósmico de H.P. Lovecraft



El mito de Cthulhu es un conjunto de relatos e ideas que conforman una mitología ficticia creada por el escritor estadounidense H.P. Lovecraft (1890-1937), considerado uno de los maestros del horror y la fantasía oscura.

En sus obras, Lovecraft presenta un universo hostil e indiferente, habitado por entidades ancestrales y malignas que desafían la comprensión humana y amenazan con destruir la civilización y la cordura. Entre estas entidades se destaca Cthulhu, un ser de aspecto monstruoso que duerme en una ciudad sumergida llamada R’lyeh, y que espera el momento de despertar y reclamar su dominio sobre el mundo.


¿Qué es el mito de Cthulhu?


El mito de Cthulhu no es una obra unitaria ni coherente, sino una serie de relatos e historias que comparten algunos elementos comunes, como personajes, lugares, libros y criaturas. El propio Lovecraft no usó este término para referirse a su obra, sino que lo llamó “ciclo de los mitos” o “yog-sothería”. Fue su amigo y discípulo August Derleth quien acuñó el nombre de “mito de Cthulhu” en homenaje al relato más famoso de Lovecraft, “La llamada de Cthulhu”, publicado en 1928 en la revista Weird Tales.


El mito de Cthulhu se basa en la idea de que existe una realidad oculta y terrible, que los humanos solo pueden percibir a través de sueños, visiones o rituales. Esta realidad está poblada por seres antiguos y poderosos, conocidos como los Primigenios, los Dioses Exteriores o los Antiguos. Estos seres son indiferentes o hostiles a la humanidad, y representan una amenaza constante para su existencia. Algunos de ellos son:


Cthulhu: el más famoso y temido de los Primigenios. Es descrito como “un monstruo de contorno vagamente antropoide, pero con una cabeza de pulpo cuya cara era una masa de tentáculos, un cuerpo escamoso y gomoso, unas garras prodigiosas en las patas delanteras y traseras, y unas alas largas y estrechas detrás” (Lovecraft 2005, p. 139).

Está atrapado en un sueño profundo en la ciudad sumergida de R’lyeh, pero puede comunicarse telepáticamente con sus seguidores humanos o con aquellos que leen el Necronomicón, el libro maldito que contiene sus secretos. Cuando las estrellas estén en la posición adecuada, R’lyeh emergerá del océano y Cthulhu despertará para iniciar su reinado de terror.


  • Nyarlathotep: el mensajero y el alma de los Dioses Exteriores. Es el único que puede manifestarse en forma humana, aunque también adopta otras formas horribles. Es un ser engañoso y cruel, que disfruta sembrando el caos y la locura entre los mortales. A veces se le llama el Caos Reptante, el Morador de las Tinieblas o la Máscara Negra.

  • Azathoth: el señor supremo de los Dioses Exteriores. Es una masa informe e inconsciente de energía caótica, que reside en el centro del universo. Es adorado por una corte de demonios y monstruos que le tocan flautas y tambores para mantenerlo dormido. Si alguna vez despertara, el universo entero sería aniquilado.

  • Yog-Sothoth: el guardián de las puertas del espacio y el tiempo. Es omnisciente y omnipresente, pero no puede intervenir directamente en los asuntos del mundo. Solo puede manifestarse a través de sus hijos híbridos, como Wilbur Whateley, el protagonista de “El horror de Dunwich”. Es invocado por aquellos que buscan conocimiento prohibido o poderes arcanos.


Estos son solo algunos ejemplos de las entidades que pueblan el mito de Cthulhu. Hay muchos más, como Shub-Niggurath, Hastur, Dagon, Ithaqua o Tsathoggua. Cada uno tiene su propia historia, personalidad y culto. Sin embargo, todos comparten una característica común: son seres que trascienden la lógica y la moral humanas, y que representan una fuerza cósmica que escapa a nuestro control.


¿Qué significa el mito de Cthulhu?


El mito de Cthulhu es una expresión del horror cósmico, un género literario que se caracteriza por la idea de que el universo es indiferente o hostil a la humanidad, y que no hay ningún sentido o propósito en la existencia. El horror cósmico se opone al horror gótico o sobrenatural, que se basa en la idea de que hay una realidad trascendente o divina que rige el orden moral y natural del mundo. El horror cósmico niega la existencia de Dios, el alma, el bien y el mal, y afirma que solo hay caos, azar y vacío.


Refleja la visión pesimista y nihilista de Lovecraft, quien fue influenciado por el materialismo filosófico, el darwinismo social y el racismo científico de su época. Lovecraft era un ateo convencido, que creía que la vida humana era insignificante e irrelevante en el vasto cosmos. Sus prejuicios se reflejan en sus obras, donde ciertos personajes son retratados como degenerados, corruptos o malvados.


Sin embargo, el mito de Cthulhu también tiene una dimensión estética y creativa, que ha inspirado a muchos autores y artistas a explorar las posibilidades del horror cósmico. El mito de Cthulhu es una obra abierta y colaborativa, que invita a la imaginación y a la participación.

Muchos escritores han contribuido al desarrollo del mito de Cthulhu, ampliando su cosmología, su historia y sus personajes. Entre ellos se encuentran August Derleth, Robert E. Howard, Robert Bloch, Ramsey Campbell, Stephen King, Neil Gaiman o Alan Moore. También hay numerosas adaptaciones e interpretaciones del mito de Cthulhu en otros medios, como el cine, la música, los cómics, los videojuegos o los juegos de rol.


El mito de Cthulhu es una obra fascinante y perturbadora, que nos confronta con los límites de nuestra razón y nuestra moralidad. Una obra que nos hace sentir miedo y asombro ante lo desconocido y lo incomprensible: que nos hace cuestionar nuestra posición y nuestro papel en el universo.

 

Referencias

  • Lovecraft, H.P. (2005). La llamada de Cthulhu. Madrid: Alianza Editorial.

  • Mackley, J.S. (2013). The influence of H.P. Lovecraft on occultism. In J.S. Mackley (Ed.), The History of Evil from the Mid-Twentieth Century to Today: 1950–2015 (pp. 49–66). London: Routledge.

  • Zeller, B.E. (2020). Altar call of Cthulhu: Religion and millennialism in H.P. Lovecraft’s Cthulhu mythos. Religions 11(1), 18.

Comments


bottom of page